Fundación Arcor: ¿Qué relevancia tiene que este año celebremos los 30 años de la convención de los Derechos del Niño?
Iglesis Larroquette: Esta una convención entre países que establece que hay ciertos pisos mínimos que tenemos que cumplir para asegurar la dignidad de los niños y niñas. Y el desarrollo de sus libertades. Lograr tener una convención, como un instrumento internacional que obligue a nuestros países a tener esos pisos, es un gran paso. Lo que necesitamos es generar convicción, organización, trabajo colaborativo. Y, de verdad, transformarnos en aliados de los niños. No seguir trabajando “por” los niños sino “con” los niños y con las niñas. Y en especial, viendo las diferencias territoriales, culturales que niños y niñas tienen para comprender que todos merecen condiciones para desarrollarse al máximo en su potencial.
FA: ¿Que significa que un niño y adolescente sean sujetos de derecho?
IL:Significa que ese niño o niña tiene exactamente la misma dignidad que tú, el mismo valor que cualquier otra persona, y eso significa que merecen respeto, consideración, escucha y condiciones para su desarrollo. Si entendemos que los niños son sujetos de derecho, entendemos que todos los niños son diferentes, que tienen distintos contextos, culturas, historias. Pero entendemos también que lo único que los hace iguales es que tienen la misma dignidad, que son merecedores de un trato digno, justo, con oportunidades, con condiciones de desarrollo igual que cualquier otro niño en cualquier otro contexto.
FA: La convención incorpora el derecho al juego, deporte y recreación ¿Cree que la educación chilena lo incorpora?
IL: La libertad de movimiento, la recreación como forma de construcción de sociabilidad, de relaciones de buen trato, de reconocimiento de las diferencias, de aceptación, pero sobre todo de integración de la diferencia son las bases. No sólo los niños aprenden jugando, todos aprendemos en espacios de sociabilidad que nos permiten ensayar, equivocarnos, probar en un ambiente protegido. Si la recreación, la posibilidad de movimiento, se ve limitada lo que estamos enfrentando son condiciones que contribuyen a la generación de violencia, segregación, segmentación y discriminación. Entonces, claramente no da lo mismo sacar de la currícula la educación física. Y no da lo mismo trabajar con un programa que entiende eso como base de los derechos humanos.
FA: ¿Cuales son los desafíos que tenemos en cuanto a participación infantil?
IL: Es recuperar esos procesos y espacios de fortalecimiento comunitario que existían. En el marco de la política pública, cuando desaparece la línea de desarrollo comunitario, los programas de protección comunitaria, perdemos un gran espacio donde se entiende la protección como algo que acontece en el día a día. Esos espacios que tienen un anclaje en el territorio, que tienen que ver con el día a día, que se mezclan en lo cotidiano de la familia, de los niños. Es también la oportunidad de entender que la participación no surge de la noche a la mañana. A participar aprendemos participando y por lo tanto necesitamos procesos, que haya continuidad, que estos espacios se mantengan. Por lo tanto, que en el jardín infantil tenga anclajes territoriales, que se vinculen a la vida de los niños, que haya relación entre escuela y comunidad, permite desarrollar opciones de desarrollo de los niños en su propio espacio. Eso es lo que les va a permitir desarrollarse como sujetos de derecho, personas conscientes de su realidad, con confianza en que las cosas se pueden transformar a través de la acción con otros.